Movistar Arena, noches de vigilia
Escrito por La Colectiva Radio el 7 de diciembre de 2022
La vida para vecinas y vecinos del Movistar Arena no es nada sencilla. Los recitales se suceden todos los día y el mamotreto contamina de forma sonora y visual con sus luces que iluminan casi todos los pisos de los edificios cercanos. En el día de ayer dieron a conocer un comunicado en el que detallan los problemas que enfrentan y las dificultades para continuar con sus vidas cotidianas: movimiento en los edificios altos, ruidos, ocupación de veredas, vibraciones, veredas utilizadas como sanitarios, coches en doble fila, vendedores ambulantes, entre otros.
El Covid-19 quedó atrás oficialmente. Ya el aforo es toda la cantidad que entre en una sala y no se deben guardar distancias, por lo que en teatros y salas de eventos los espectadores pueden volver a chocar incómodamente sus brazos. En el caso del Movistar Arena de Villa Crespo comenzó a funcionar plenamente, de manera que en las últimas semanas pasaron por el megaestadio Joan Manuel Serrat, Lali Espósito, Calamaro, entre otros, ocupando con recitales los siete días de la semana.
Y cada vez que hay una actividad el estadio se enciende desde temprano, se habilita dos horas antes del comienzo del recital, cualquier espectáculo dura más de 2 horas y media y luego desconcentran en forma masiva cerca de la medianoche, entre 12 y 14.000 almas, en el mejor de los casos comentando a viva voz lo vivido mientras se dirigen hacia la avenida Corrientes, donde les esperan combis con destinos tan variados como Escobar, Wilde o Moreno o sus propios coches. Eso, si no lograron dejarlo bien cerquita del microestadio, en la puerta de algún vecino o vecina que llega poco después de trabajar.
A esto hay que sumarle, para completar la imagen festiva, la presencia de vendedores ambulantes que acostumbran seguir las mareas humanas y tienen la enorme capacidad vocal de adaptar sus gargantas como para sobresalir del sofocante murmullo que generan los espectadores en retirada. De acuerdo a las denuncias de vecinas y vecinos, en esta breve descripción faltan varias cosas, desde quienes prefirieron la vereda para sus necesidades primarias porque en el baño había fila, hasta quienes optan por sentarse en el cordón, birra mediante y prolongar la noche, pero jamás en un susurro.
Los vecinos organizados resistieron la instalación del Megaestadio en el predio que le pertenece al Club Atlanta, primero porque era un negocio que consideraban espurio y a espaldas de los habitantes de la Ciudad y además, porque ya estimaban que buena parte de lo que les pasa, les iba a pasar. Por eso se oponían a su construcción frente a sus viviendas. Sólo por dar un ejemplo, el Antel Arena de los vecinos montevideanos se encuentra en las afueras de la ciudad, en una zona donde hay fábricas, un cuartel, una planta industrial.
En el día de ayer, Los vecinos Autoconvocados de Villa Crespo contra el Megaestadio Movistar Arena dieron a conocer un comunicado en el que detallan algunos de los perjuicios que les representa.
“Algunos de los trastornos que vivimos los siete días a la semana son: los ruidos que se originan a la entrada y salida de los recitales; las concentraciones de personas desde tan temprano que dificultan el paso en las veredas principalmente a quienes circulan con alguna movilidad reducida o quienes van con niños o cochecitos; la contaminación lumínica permanente que proviene de los carteles del megaestadio; los cortes de calle que impiden el tránsito de quienes viven en la zona y genera además caos de tránsito; la saturación de estacionamientos como así también autos estacionados sobre las veredas; la proliferación de trapitos amparados por la policía; la situación de los vecinos con dificultades de movilidad ya que quedan “presos” en sus propias casas debido a que por los cortes de calle y las vallas ni ellos pueden salir ni sus familiares llegar a buscarlos con un auto particular o un taxi; la imposibilidad de organizar reuniones en nuestras casas porque nuestros amigos o familiares no pueden llegar hasta nuestros domicilios; las veredas terminan siendo muchas veces basurales o utilizadas como sanitarios. Y como si todo esto fuera poco… las vibraciones que se producen con cada recital que no sólo impiden el descanso y/o cualquier actividad (provocan náuseas y mareos en muchas personas) sino que terminarán afectando severamente la estructura de los edificios”, explicaron ayer.
En su comunicado, vecinas y vecinos recuerdan que, además, el megaestadio se construyó en tierras públicas cedidas por la Legislatura Porteña al Club Atlanta que, a su vez, lo cedió en comodato al diario La Nación, con un compromiso a largo plazo. Además, está exento de pagar impuestos de ABL durante 40 años, cosa que completa la irritación de los vecinos.
También expresan que “no vamos a bajar los brazos hasta que este monstruo creado por el Diario la Nación y la multinacional AEG, en acuerdo con los directivos del Club Atlanta y la complicidad del Gobierno de la Ciudad, deje de arruinarle a la vida a miles de personas”.