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Basta de Mutilar nuestros arboles

Escrito por el 5 de diciembre de 2024

Un grupo de la gente que ama a los árboles y que ya no resiste ver su mutilación en nuestras calles y plazas, iniciado por María Angélica Di Giacomo en el año 2012. Sus miembros son personas que conocen los beneficios de una arboleda frondosa y dedican tiempo para trabajar por la conservación y protección del patrimonio arbóreo de la ciudad  y por detener su destrucción y maltrato.

 

En entrevista con el programa Libremente en la Radio, María Angélica Di Giacomo, decía. “Antes no era así. O sea, hay como un desconocimiento en quienes habitan y transitan esta ciudad y pasan en muchas ciudades de que el árbol es un ser vivo y de que la vida en una urbe sería realmente insoportable sin ellos. Los árboles no están como adorno, sino que es un tema de salud pública. Y si no se empieza a ver así vamos a seguir siendo funcionales a este negocio que tiene materia prima gratuita de nuestros bienes comunes.  O sea, las empresas que viven del arbolado no pagan por su materia prima. Es nuestra.”

Las políticas públicas del GCABA muy lejos están de lo que se necesita para la adaptación al cambio climático. Se habla de reducir las emisiones de CO2, pero no se tiene en cuenta que la única manera en que podemos disminuir la concentración de este GEI de la atmósfera es con verde vegetal vivo capaz de foto sintetizar.

El manejo del arbolado urbano que está llevando adelante el Gobierno de la Ciudad, supondrá un riesgo ambiental de consecuencias impredecibles en la que las personas mayores y los más chicos correrán el mayor riesgo a su salud y su vida.

No es solo una causa lo que originará esta Crisis Ambiental en la Ciudad debido al desmanjeo del Arbolado, sino una combinación de ellas.

El arbolado antes en la ciudad de Buenos Aires era un tema que se trataba desde la jefatura de gobierno se trataba o la intendencia en su momento se trataba como un tema general y no estaba tercerizado.  Había gente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires que trabajaba para eso. Se tercerizó (cuando se aplicó la Ley de Comunas 1777 se descentralizó. O sea, cada comuna recibe dinero para el tema del arbolado, así como para el tema de las veredas.

En los últimos años nos acostumbramos a ver aceras cubiertas de follaje verde caído en temporada estival o de grandes ramas desnudas en el invierno, postales típicas, lamentablemente, de estos tiempos.

Estamos en una carrera contra el tiempo cuando hablamos de cambio climático. En consecuencia, las ciudades deben ser cada vez más resilientes y para ello cuentan con herramientas muy limitadas, entre las cuales el follaje cumple un rol protagónico.

El follaje frondoso junto a los espacios verdes y los cursos de agua, son claves para la absorción de gases contaminantes, la disminución de temperaturas y la prevención de inundaciones, cuestiones fundamentales a la hora de mitigar efectos del cambio climático. Por lo tanto, a mayor frondosidad, más impacto ambiental positivo.

 “Al podar 70.000 árboles por año tenemos 431.000 en la ciudad. Es un número ridículo en sí mismo porque es como si yo te dijera bueno, vamos a exigirle a este sanatorio que haga 10.000 operaciones de apendicitis por año.  Si la persona lo necesita o no lo necesita es otro tema. “Nos decía Di Giacomo

“Pasa con nuestros cuerpos también de alguna manera. Lo que pasa es que la violencia que se ejerce sobre estos seres vivos que son los árboles se ejerce en general sobre el territorio y ejercer violencia sobre el territorio implica ejercer violencia sobre nuestros cuerpos.  La mayor parte de la gente esto no lo ve.” Agrego

Las podas afectan irremediablemente la arquitectura natural del ejemplar. Las intervenciones, sobre todo cuando son sucesivas y excesivas, alteran su equilibrio cargando peso en ramas o follaje que aún no está fortalecido o que queda desprotegido por la ausencia de otras ramas que le ayudaban a resistir las fuerzas dinámicas externas como el agua o el viento.
La arquitectura natural necesaria para cada ejemplar viene definida en su genotipo y está configurada para resistir las condiciones exógenas a las que se ve sometido. Cualquier intervención lo vulnera y lo expone a fallos.
De ahí que las malas y sucesivas podas sean las causales directas de las caídas de ramas y de árboles durante tormentas fuertes.

El trabajo GCBA debería ser priorizar el follaje, interviniendo lo menos posible a cada árbol y previendo soluciones creativas que apelen a la poda como ultimísima instancia.

 “Atender” un árbol NO es podarlo. Atender a un árbol es observarlo, diagnosticarlo con herramientas no invasivas y determinar qué requiere. El resultado más feliz de esta “atención” debería ser la conclusión de que el árbol NO necesita intervención”. Basta de mutilar los arboles

Cuando un árbol es podado en forma reiterada cada 5 o menos años, acumula daños que lo llevan a carecer de la energía suficiente para compartimentar adecuadamente sus reiteradas heridas. Adicionalmente, muchas de las podas se realizan en forma excesiva, sobre ramas de gran calibre y por cuadrillas, que si bien son supervisadas por idóneos, no reciben capacitación alguna.

Esto transforma las podas en mutilaciones, por lo que vemos en la ciudad ejemplares con enormes heridas expuestas y con ramas de gran porte afectadas, lo que claramente es un impacto grave e irreversible para su arquitectura.

Estos árboles, se vuelven vulnerables a la enfermedad y son candidatos seguros a una extracción posterior.

“Tomamos conciencia que somos los dueños del espacio, que ese árbol que está en la puerta es nuestro, tirémosle un poco de agua, querámoslo un poco, cuidémoslo y reclamemos, reclamémosle al comunero, hagamos que empecemos a ver qué pasa en la comuna con los árboles. Porque el tema es complejo y uno no puede pretender que la gente aprenda de golpe todo lo que nosotros hemos aprendido en estos años, pero que empecemos a ver cómo un ser vivo al árbol y que nosotros dependemos de los otros seres vivos. No vivimos en un domo, hay mucha gente que quisiera vivir en un domo y que la energía, el sol, el aire y el oxígeno y el agua le vinieran de afuera. No es así, no es así. “María Angélica Di Giacomo

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