Canción actual

Título

Artista

Programa actual

Tramas

20:00 21:00

Próximo programa


«LAS BRUJAS» ANDAN DANDO VUELTAS»

Escrito por el 12 de noviembre de 2024

El sábado 9 de noviembre se llevo a cabo la edición número 20 de La Noche de los Museos, un evento muy esperado en la Ciudad de Buenos Aires. Desde las 18 del sábado hasta entrada la madrugada del domingo, mas de 250 espacios abrieron sus puertas al publico de manera libre y gratuita. Museos, instituciones culturales y edificios emblemáticos de varios barrios porteños son parte de esta noche tan particular.

 Dentro de tantas actividades hay una que resalta por varias razones. Para empezar es necesaria una inscripción previa y participar de un sorteo, y si resultas ser uno de los pocos ganadores, debes concurrir a un lugar especifico en un horario estipulado. Otra razón es que es un bien móvil muy antiguo que podría ser, en cualquier momento, retirado del evento. Estamos hablando de los coches de madera de la Línea A de subterráneos, los famosos La Brugeoise, que fueron declarados Patrimonio Cultural de la Ciudad en 2013 por la Legislatura Porteña, mediante la ley 4886.

 Estos coches fueron los primeros en correr cuando se inauguró la Línea A el 1° de diciembre de 1913 y los últimos en dejar de prestar servicio en enero de 2013.

 Pasadas la 01:20 de la madrugada del domingo, descendimos por la boca de la estación en la esquina de Perú y Avenida de Mayo. Con dirección a San Pedrito.

 Allí sucedió uno de esos momentos en los que los recuerdos y las imágenes del pasado te asaltan de imprevisto.

 Muy parecido a cuando escuchas a un músico o banda, de esos que marcaron alguna etapa de tu vida, y un montón de flashes y viejas sensaciones vuelven a ocurrir.

 El escenario fue la estación Perú del subterráneo de Buenos Aires, y los protagonistas fueron los antiguos coches de madera de la Linea A, los vagones centenarios de origen belga llamados La Brugeoise, coches remodelados pero con el espíritu intacto de 1913.

 En el marco de la 20ava edición de La Noche de los Museos, «Las Brujas» volvieron a recorrer las vías de la Línea A, en un trayecto entre la estación Perú del microcentro porteño, hasta la estación Acoyte, en Caballito.

 La primera impresión al llegar de noche a la única estación de luces cálidas, es de cierta nostalgia, ver al motorman con su uniforme y su gorra de aquellos años, una pareja bailando tango y la imagen del tren azul y gris, cortada por una raya amarilla a la altura de las ventanas fue un golpe de adolescencia, de viajes a la salida del colegio, de visitar familia, de ir a la cancha o de volver junto a los primeros trabajadores, gastronómicos y choferes tras una larga noche. Fue sentir el calor que abraza y el aire que entra por sus ventanas, fue esa sensación indescriptible de los «pestañeos» de las luces (¿o fui yo quien pestañeo?), fue buscar un lugar sin salpicaduras en días de lluvia, fue ver a los vendedores correr de coche en coche en cada anden.

 Las Brujas siempre tuvieron su encanto y su aroma único.

 Al bajar fuimos muy cordialmente atendidos por el personal de la estación. El tren aun no había vuelto de su anterior paseo y ya se estaban acomodando los próximos pasajeros en el anden. En su mayoría eran padres y madres con alguna persona pequeña, de 8 o 9 años hasta de unos 15, 16. Se notaba en los mayores la emoción y las ganas de transmitir esas sensaciones. Es que no hace tanto tiempo, apenas 11 años, dejaron de andar aquellos coches para dar lugar a los mas modernos con luces frías enceguecedoras, aire acondicionado, aislamiento acústico y sonidos robotizados anunciando las estaciones. Nada de eso tenían Las Brujas.

 La llegada de la formación suscito aplausos en el apeadero, su imagen ingresando por vía contraria era impoluta.

 El sonido de los frenos, el aire comprimido y el ronronear de los motores nos trasladan al pasado de forma inmediata.

 Bajan unos, subimos otros.

 Elegimos el último par de asientos, el que esta junto al comando y con una ventana hacia el túnel. Toda la carpintería, herrajes, barrales, luminarias, paneles y el piso fue restaurado por años y participaron, entre varios, el maestro orfebre Juan Carlos Pallarols, la arquitecta Marielena Mazzantini, el arquitecto Guillermo Pinelli y Pablo Piserchia de la Asociación Amigos del Tranvía.

 El arranque fue abrupto, con ese corcoveo tan típico, pero el viaje resulto placentero y no tan ruidoso como recordaba.

 Los paseos se brindaron con una formación de tres coches: 16, 124 y 125. La restauración de este último terminó recientemente.

 Cada uno de ellos cuenta con una historia particular. El 16 fue parte del tren con el que se inauguró la Línea A allá por 1913 y, a su vez, forma parte de los coches que fueron intervenidos por Fabricaciones Militares (FM) en la década del 70, presentando leves diferencias estéticas con el resto de las unidades.

 Los coches 124 y 125, por su parte, fueron íntegramente fabricados en el país: fueron construidos en el Taller Polvorín entre 1943 y 1944, a imagen y semejanza del resto de la flota belga. El cuarto coche restaurado, número 5 -el primer Brugeoise fabricado-, no fue parte de la recorrida en esta ocasión.

 Dejando atrás las luces de las estaciones, llegamos a Acoyte, hicimos el cambio de vías y retomamos el trayecto en dirección a Plaza de Mayo.

 Ahora teníamos enfrente el ventanal en todo su esplendor que nos permitía ver la totalidad del recorrido, las vías, señales, las estaciones y allá, a lo lejos, las luces de otra parada. Esa vista es única y ya no puede apreciarse ni en los subtes ni en los trenes modernos.

 El retorno a Perú por vía contraria arrancó un nuevo aplauso de los pasajeros que no olvidaran esos 25 minutos de viaje en el tiempo.

 Ojalá continúen los paseos, ojalá se hagan mas de una vez al año y ojalá se pueda avanzar con la restauración de otras 16 unidades que son parte del Patrimonio Cultural de los porteños.


Opiniones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *