“Es un endeudamiento externo totalmente parasitario y eso es lo que lo hace impagable”
Escrito por La Colectiva Radio el 14 de agosto de 2020
Dime quien festeja y te diré quien se beneficia. Si tomamos esa premisa el acuerdo del 3 de agosto con los acreedores, también llamados bonistas, nos pone en primera fila a Caputo y Cía, seguido de un séquito de medios masivos de comunicación que detentan una pertenencia política u otra. No todos están alineados de igual forma.
Se abren, sin embargo un sinfín de preguntas. ¿Para qué? ¿Es por la voluntad de volver a endeudarnos en el corto plazo? ¿No era que parte de quienes componen este gobierno había denunciado una estafa en la toma de la nueva deuda 2016/2019? ¿Qué vamos a hacer con las nuevas denuncias ante la justicia que se tramitan desde 2018?
¿Cómo es que llegamos a este momento con una agenda pública única, “refinanciación o abismo”?
Para darle continuidad al tema de la deuda externa en esta coyuntura, en De Hormigas y Cigarras entrevistamos al economista Gustavo Burachik, docente en la Universidad Nacional del Sur.
Y lo primero que le preguntamos fue sobre el significado de esta nueva refinanciación
Gustavo Burachik – Esta no es la primera vez en el después de la dictadura en que Argentina refinancia deuda pública. Antes de hablar sobre la refinanciación y sus implicancias lo primero que vamos a hablar es que estamos hablando de una deuda totalmente ilegítima y fraudulenta. Fue acumulada originalmente en los años de la dictadura militar a través de operaciones fraudulentas y reñidas con el interés social desde el Estado y desde el sector privado y que todos los gobiernos democráticos posteriores a la dictadura militar asimilaron y han intentado seguir pagando. A pesar de esto la deuda se multiplicó por diez en estas décadas. Ese es el primer punto; estamos hablando de una deuda fraudulenta que va a una renegociación, entonces eso ya relativiza el entusiasmo que uno pueda tener frente a la refinanciación.
El segundo punto es que lo que logra la refinanciación es un desplazamiento de los pagos, es decir un nuevo cronograma temporal de pagos que implica que el país en los próximos años va a pagar menos dólares al exterior. Pero no es una concesión graciosa de los acreedores, la contrapartida de esto es un feroz ajuste interno bajo la forma de un menor crecimiento económico que va a ser necesario para mantener una balanza comercial superavitaria o por lo menos lo menos deficitaria posible. Eso va a reprimir y mantener acotada la posibilidad de crecimiento económico con un enorme costo social, para sus necesidades más acuciantes, las necesidades más acuciantes de su población. Y con un costo político enorme para el conjunto de la sociedad porque va a depender el pago de la deuda, pese a la refinanciación, de volver a tomar deuda externa.
Ahora ¿Por qué esto implica un costo político? Porque para volver a tomar deuda externa se exige del país una determinada disciplina y orientación de la política económica, que en los hechos significa que el Estado nacional terceriza en el mercado financiero internacional sus funciones de gobierno nacional. Para el nuevo cronograma aspira a tomar nueva deuda, pero no se va a poder acceder a esa nueva deuda si el gobierno no hace lo que el mercado de capitales le pide, y el mercado de capitales local.
HyC – O sea, no estás hablando del FMI ¿pero estás hablando de una conducta similar a la que podría imponer el FMI?
GB – Exactamente. Es decir, el FMI lo hace explícito pero el mercado de capitales internacionales, implícito. Si el gobierno no hace la política que quiere ese mercado no va a poder colocar bonos para cancelar los vencimientos que acaba de acordar. Con lo cual el gobierno sigue, como todos los gobierno anteriores, cautivo y renuncia a sus capacidades soberanas de gobierno por el solo hecho de sujetar el nuevo cronograma de pagos a la vuelta del endeudamiento externo. Como esta deuda es impagable, sólo se puede ir cancelando los vencimientos con un poco de superávit comercial y con otro poco de nuevo endeudamiento. Y ese nuevo endeudamiento sólo se va a conseguir manteniendo el sometimiento del país al dictado del capital financiero privado e internacional.
El tercer punto es que así y todo, el alivio en los pagos externos que se consigue es completamente transitorio. Porque el propio Ministro de Economía y el gobierno están prometiendo que van a restablecer las propias causas de la crisis de deuda.
¿Por qué se originan las crisis de deuda? Se originan por un aumento excesivo del endeudamiento combinado con un permiso para la libertad del movimiento del capital. Es decir; por un lado el país se endeuda pero por otro lado permite a sus empresas y grandes fortunas sacar plata del país. Y el Ministro de Economía no deja pasar ninguna oportunidad para afirmar que el control de capitales actualmente vigente es algo transitorio y que en la medida que el país recupere reservas lo van a sacar y van a restablecer la libertad de movimiento del capital financiero. Esos son los factores que van a generar la próxima crisis de endeudamiento: la nueva deuda más la libertad de salida del capital. Con lo cual el propio gobierno está anticipando que en las entrañas de este acuerdo ya anida la próxima crisis de endeudamiento internacional.
La demostración de esto que acabo de decir es que todas las reestructuraciones que hubo en el pasado, fueron un alivio transitorio que no impidieron ni el aumento de la deuda ni una nueva crisis de deuda externa. Tenemos la experiencia del plan Brady a principio de los ‘90 en el menemismo, que fue una reestrucuración similar a esta, la del 2005, la del 2010, el pago a los bonistas en el 2016, a los holdouts. Todos estos grandes eventos de deuda externa que fueron presentados en su momento como el final del problema de la deuda, en realidad eran el preámbulo de una nueva crisis.
HyC – ¿Por qué, para qué volveríamos a tomar deuda? ¿Para pagar intereses, para pagar deuda, para financiar los ferrocarriles…?
GB – Para ninguna cosa productiva. Como contrapartida de la deuda externa no hay un solo activo físico en el país. La deuda externa se usa totalmente para financiar los vencimientos de la deuda anterior y la salida de capitales. Y en varios años lo que se llama rentas de la inversión, que es no solamente el pago de intereses de la deuda anterior sino los giros de utilidades de las filiales de empresas extranjeras. Es decir, el país se endeuda para que las grandes empresas tengan dólares para girar al exterior. Básicamente es eso. No se endeuda para poder importar más y crecer más y en toda América Latina tienen este mismo comportamiento, no solamente Argentina. Los grandes países de América Latina que tienen deuda externa no la utilizan para importar máquinas, importar insumos, importar elementos que se usan en la producción. Solamente se usan para financiar la salida monstruosa de capitales, los vencimientos de deuda anterior y los giros de las empresas transnacionales que tienen una presencia clave en todas estas economías. Con lo cual es un endeudamiento externo totalmente parasitario y eso es lo que lo hace impagable. Como no es un endeudamiento que genere nueva riqueza de la cual se pueda extraer un flujo de recursos para su cancelación normal, hay que sacar esos recursos de otro lado, o bien produciendo menos o consumiendo menos y generando superávit comercial o bien contratando nueva deuda externa.
HyC – Mencionaste recién el plan Brady, el blindaje, también mencionaste el canje de deuda de 2005 y 2010. Si nos pudiéramos detener un momento en 2005, está mucho más cerca que ahora del 2000 donde teníamos un fallo, el del Juez Ballesteros, que declaraba, entre otras cosas, odiosa la deuda externa y que habría que haberlo investigado en profundidad
¿2005 significó una legitimación de la deuda anterior?
GB – El Juez Ballesteros lo que estableció fue la ilegalidad de las operaciones de deuda pública que el pudo peritar. El carácter de “deuda odiosa” es un concepto más político porque tiene que ver con el uso de los recursos del endeudamiento público. Se dice que una deuda es odiosa, no importa que sea contratada por una dictadura o por un régimen constitucional, si los fondos de esa deuda no se usan en el interés de la mayoría de la población. El Juez Ballesteros, hasta donde yo recuerdo no se pronunció sobre esta cuestión, sino sobre los aspectos más legales de gestión de la deuda.
El 2005 lo que hizo fue cortar por lo sano, es decir, ignorar todos los juicios que estaban en marcha sobre la legalidad de la deuda, porque el tema del blindaje ya se estaba analizando y seguía en el análisis la parte dos de la causa Olmos sobre la deuda acumulada desde los ‘90, desde el plan Brady. Es decir que el gobierno de ese momento tenía todos los elementos para hacer suspender los pagos de la deuda externa y favorecer desde el Poder Ejecutivo su investigación para deslindar los componentes ilegítimos, fraudulentos. En ese sentido, tenés razón de que esto era como tratar de darle legitimidad a esa deuda.
Pero hay otra cuestión fundamental y es que la deuda, igual que cocurre con la reestructuración que se está firmando en este momento, no implica una disminución desde el punto de vista del país sino que implica un incremento desde el punto de vista del deudor.
Porque cuando un país quiebra, el valor de mercado de la deuda se desmorona. El título de deuda que en teoría vale 100, en el mercado se paga 25 o 30. Ahora, cuando el Estado va a hacer una reestructuración ¿Qué le dice a la población? “Miren, esta deuda por 100, nosotros solamente le vamos a reconocer 55” Eso es falso, porque el valor de la deuda en el mercado, para el tenedor de esa deuda, es de 25 o 30 y el Estado le va a dar el doble. Por ejemplo: cuando quebró Garbarino hace dos meses, los acreedores financieros de Garbarino reconocieron que la deuda financiera equivalía al 25% de su valor nominal. Los bancos tuvieron que resignar el 75% de lo que Garbarino les debía y los proveedores de Tierra del Fuego tuvieron que resignar la mitad. Pero cuando el gobierno renegocia la deuda no hace eso. En lugar de reconocer solamente el valor de mercado les reconocer mucho más, con lo cual la propia reestructuración se convierte en un negocio para los tenedores de deuda. Y la de 2005, que fue presentada como una reestructuración ejemplar, con una gran quita, en realidad implicaba un subsidio a los tenedores de la deuda.
HyC – En este momento se está llevando a cabo un juicio popular a la deuda externa. Esto simbólicamente me parece muy bien, pero más allá de lo simbólico ¿Existe algún margen de maniobra para la soberanía, para decir, bueno, nos plantamos acá, paramos la pelota, no vamos a seguir pagando? ¿Existe ese margen?
GB – Si, si. Yo creo que si, por supuesto. Es más, creo que no tenemos alternativa, miremos un poco el panorama. La última oleada de endeudamiento internacional comenzó después de la crisis de 2008. Hoy está involucrando no solamente a toda América Latina sino a gran parte de Asia y los países más pobres de África. Todo el mundo atrasado, el mundo donde reside la mayor parte de la población pobre está bajo el yugo de la deuda externa. Esto es una situación acuciante desde el punto de vista social que no le deja a la humanidad otra alternativa que plantearse una ruptura con este sistema. No es casualidad que estemos viendo explosiones de rebelión popular en todos los países del mundo. La tendencia de este sistema a mostrar su aspecto explosivo, insostenible desde el punto de vista social y político es evidente. Creo que la única salida es plantearse una ruptura radical con este sistema porque está llevando a la humanidad a una crisis humanitaria terminal.
Yo no descalifico este planteo del juicio, del Tribunal contra la Deuda, simplemente planteo que no me parece viable ningún planteo contra la deuda que no sea un planteo anticapitalista. Porque la movilidad internacional del capital es inherente al capitalismo. No puede existir el capitalismo sin que los países centrales exporten capital a la periferia y los países de la periferia, las empresas de estos países, tampoco pueden subsistir si no toman esos capitales del exterior para contraer deudas para financiar su propia fuga de capitales. El endeudamiento no es el resultado de una mala política, es algo inherente al capitalismo desde el siglo XIX.
Con lo cual no hay una estrategia realista de lucha contra la deuda externa y todas sus consecuencias sociales si no es en el marco de un programa de ruptura con el capital. Esto, que puede parecer muy radical, es la única salida. Los gestos simbólicos no los descalifico, no los desprecio, pero me parece que tienen que ir acompañados de una construcción política que se proponga una transformación de los fundamentos de la sociedad. De cual clase social es la que gobierna la sociedad y en interés de quien. Me parece que si no va acompañada de esta perspectiva, ni siquiera una postura muy radical con respecto al tema de la deuda, puede tener éxito. En cambio, el día que alguna estrategia de ruptura muestre un éxito importante en algún país, no me cabe duda de que esto se va a propagar como un reguero de pólvora a gran parte del mundo atrasado, mundo periférico que lucha contra el tema de la deuda externa y sus consecuencias.