Agronomía, el barrio más verde de la ciudad
Escrito por La Colectiva Radio el 28 de marzo de 2022
A este barrio se lo asocia con la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Formó parte de la antigua Chacarita de los Colegiales. Siempre fue un barrio tranquilo, con calles no muy transitadas, edificios de no más de 3 pisos y pequeños comercios sobre la avenida Nazca.
Un pequeño barrio que nació espontáneamente alrededor de un inmenso oasis verde, eso es Agronomía. La mayor parte de su superficie está ocupada por la Facultad de Agronomía y Veterinaria, el Club Arquitectura y el Club Comunicaciones.
Al principio eran éstas las tierras donde los alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires pasaban sus vacaciones, por eso formaba parte de lo que se llamaba «La Chacarita de Los Colegiales». Después se instaló la Escuela de Agronomía y fue alrededor de este inmenso parque que comenzó a aglomerarse la comunidad.
Entre sus atracciones, obviamente no podemos dejar por fuera la Facultad de Agronomía donde veremos incluso algunas vacas y máquinas agrícolas, el jardín botánico Lucien Hauman y el puente Julio Cortázar que lo conecta con La Paternal; debiendo su nombre a que este escritor vivió parte de su vida en esta zona y es un orgullo del barrio.
La magia de Agronomía, además de sus vastos campos verdísimos veteados de árboles y atravesados por el Ferrocarril Urquiza, es que en un mismo lugar confluya tanto el ambiente juvenil de los universitarios haciendo picnic entre clases, tocando guitarra , como también una mamá paseando a su bebé, un niño jugando con su perro o algunas señoras que se animaron a hacer deporte.
Sus parques parecen otra dimensión donde todos pueden entrar y sentirse por un momento tranquilos y serenos.
El barrio de Agronomía se ha caracterizado desde siempre por ser un oasis tranquilo dentro de la gran ciudad de Buenos Aires. Sus calles no tan transitadas, sus edificios de no mucho más de tres pisos de altura y sus comercios pequeños son los que le otorgan a este barrio esa sensación de paz y tranquilidad, tanto para sus habitantes, como para quienes deciden añadir a este barrio a su lista de recorridos de la ciudad.
UN POCO DE HISTORIA
Las tierras de Agronomía, tienen su origen en las chacras que poseían los jesuitas, allá por el siglo XVII, a ocho leguas del centro, siendo el límite norte la actual calle La Pampa, fueron sus primeros vecinos, por lo tanto los esclavos y arrendatarios que trabajaban en las quintas proveyendo a la orden de alimentos frescos. A ella pertenecían el Colegio Máximo de San Ignacio, luego denominado Real Colegio de San Carlos y más tarde Colegio Nacional de Buenos Aires, que utilizaba el lugar como Colonia de Vacaciones de sus alumnos (la chacrita de los colegiales por deformación chacharita) muy bien expresado en el libro Juvenilla de Miguel Cané.
Luego de la expulsión de los Jesuitas en 1767, como no estaban debidamente amojonados los terrenos, surgieron innumerables pleitos por las propiedades de los mismos, que signaron la historia de nuestro barrio.
En 1830, el agrimensor Nicolás Perchape, mensuró por primera vez estas tierras, e identificó a sus ocupantes, indicando ya los caminos trazados, hoy Avenida como Álvarez Thomas, Federico Lacroze, El Cano ( entonces un arroyo), Chorroarín, Warnes, etc.
En la época de Rosas, se generó un gran cambio en la zona, ya que se instalaron en las construcciones jesuíticas numerosos arsenales, depósitos y habitaciones para soldados. Por ese entonces nuestro actual barrio se encontraba dividido entre dos partidos ya formados: el de Belgrano y el de San Martín, que según el límite establecido en 1865, estaban separados por el Fondo de la Legua (hoy Avda. de los Constituyentes. En 1867 las dos zonas se integran a la Capital Federal, a pesar de que más allá del límite natural del arroyo Maldonado, seguían siendo solo quintas.
En 1871, la fiebre amarilla con la apertura del cementerio de la Chacarita Vieja, en el actual Parque Los Andes, y más tarde en 1886, con el Cementerio del Oeste, generó un importante impulso para la zona, ya que hasta ahí llegaba desde el centro el tren fúnebre, antecesor del tranvía Lacroze, entonces comenzó el loteo.
Agronomía, solía ser el barrio menos poblado de la ciudad, formado por casas bajas, tranquilo, humilde, que irradia paz y donde todavía existe la hora de la siesta, se disfrutan de los aromas de campo a la sombra de los árboles y se preserva el equilibrio ecológico.
Donde dentro de sus límites conviven parte del Barrio El Talar, Barrio Arata, Rawson y al igual que la mayoría de otros barrios aledaños, en un principio era campo con quintas de árboles frutales, verduras, alfalfa, varios hornos de ladrillos, muy buenas tierras, altas, desde siempre se proyectó una Granja Modelo o Quinta Agronómica.
En 1904 se establece la dupla Facultad de Agronomía y Veterinaria que nos da el nombre Agronomía. AREA QUE EN ESTE MOMENTO TIENE LA ZONIFICACION UP (URBANIZACION PARQUE)
Vivieron en él españoles, italianos que cargaban sueños y prole en busca de una vida mejor. Ese torrente vital dio existencia a importantes Instituciones Sociales, Religiosas, Deportivas, de Fomento, Culturales, como la que pertenezco.
Por ser sus terrenos grandes, bien aireados y en gran parte de propiedad del Gobierno Nacional, fueron aptos para construir en él hospitales, como el Enrique Tornú, el 8 de octubre de 1904, hoy está en el Barrio Parque Chass, el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari y el Instituto Oncológico Ángel Roffo o el Hospital Alvear en La Paternal, lindero a Agronomía, se trasladó el Club del Correo, hoy Club Comunicaciones, el Estadio Malvinas Argentinas, el Polideportivo Costa Rica.
Preservar el patrimonio cultural es una tarea prioritaria, como lo pone de manifiesto el esfuerzo que los países desarrollados realizan para que el capital simbólico heredado no se dilapide ni olvide. En cambio, el empobrecimiento cultural tiene una explicación en la conducta destructiva, en la indiferencia de los logros del pasado, en el desprecio por las realizaciones solidarias expresadas por otros. A diferencia de otras naciones, en nuestro país, durante mucho tiempo se ha carecido de una política destinada a preservar edificaciones o documentos históricos, lo cual se refleja en la inmensa cantidad de bienes muebles e inmuebles de relevancia en estado de abandono y postergación.
Desidia o rechazo, lo cierto es que se vacía al futuro de todo pasado, obligándolos a comenzar siempre de cero, como si se tratara de una sociedad sin historia; esta actitud es avalada por un recurrente cambio de reglas de juego que lleva a que lo protegido por unos, sea luego despreciado por otros, como si no hubiera ningún suelo cultural en común.