La caravana sin fin – Entrevista a Bartolo Fuentes, Honduras.
Escrito por Piedra Libre el 16 de julio de 2018
La reacción de Donald Trump respecto a los migrantes que pretenden entrar en EEUU despertó innumerables rechazos dentro y fuera de los Estados Unidos. Hemos visto niños separados de sus padres, madres o familiares, para los cuales la solución fue también controversial, niñas y niños detenidos junto a los adultos, en espera de una respuesta de la justicia norteamericana. Por otra parte, los que no han quedado retenidos en los pasos fronterizos con México, alrededor de 20.000 niñas, niños y adolescentes, en muchos casos el mismo Estado norteamericano les ha asignado hogares transitorios y les ha perdido el rastro, de manera tal que los chicos y chicas no pueden siquiera tener una comunicación telefónica con sus progenitores o familiares.
Estas actitudes de los EEUU, que no son de ahora, les ha valido todo tipo de observaciones por parte de organismos internacionales de DDHH, como los de Amnistía Internacional, por ejemplo. Observaciones a las que no les prestan atención.
La caracterización que se realiza de quienes pretenden hoy ingresar a EE.UU es de una migración común, vinculada a la búsqueda de trabajo o mejores condiciones de vida. Sin embargo se trata de personas que huyen con sus familias, de condiciones de extrema violencia. Condiciones que hacen que arriesgar la vida atravesando fronteras hasta llegar al norte de México, valga la pena. Es en este marco que se dan desde 2010 las Caravanas de Migrantes o Caravanas Viacrucis de Migrantes, en las que la mayoría de quienes las encaran piden asilo humanitario en los EE.UU porque vienen huyendo de las condiciones de extrema violencia de sus países de origen. Están compuestas por centroamericanas y centroamericanos, salvadoreños, guatemaltecos y este año, la mitad de ellos son hondureños.
Huyen de gobiernos títeres de los EE.UU y de condiciones de vida impuestas en paralelo al saqueo y contaminación al que son sometidos esos pueblos. Condiciones dadas por políticas promovidas y llevadas adelante por los EEUU y para beneficiar a empresas multinacionales, la mayoría también de EEUU. Desde las maquilas a las bases militares, lo que sucede en particular en Honduras, entra especialmente en esta regla, donde hasta el presidente J.O. Hernández es reconocido internacionalmente como tal en tanto que su elección está teñida de inconstitucionalidad.
La Caravana Viacrucis Migrante 2018 es una caminata de ciudadanos centroamericanos que inició el 25 de marzo de 2018 en Chiapas y cuya meta fue llegar a Estados Unidos para solicitar asilo humanitario ante la violencia que existe en sus países de origen. Uno de los acompañantes de esta caravana fue Bartolo Fuentes, político y periodista hondureño, ex diputado por Libre.
Con él hablamos en Piedra Libre el 6 de julio. Dentro de la charla que mantuvimos se refirió a las condiciones en las que vive el pueblo hondureño, extorsionado cotidianamente por mafias, que opta por migrar y buscar una salida humanitaria. “A ver, una venta de abarrotes, una farmacia, ferreterías, un punto de taxis, todos, todos en estas principales ciudades tienen que pagar una cuota semanal. Esto es que llega una persona y esa persona recoge el dinero. Todas las empresas de transporte pagan extorsión. Se calcula que en el país se recogen por lo menos unos 2 millones de dólares en extorsión. Esa organización criminal de la extorsión se las achacan a las maras, a las pandillas que, casualmente, también son venidas de los EE.UU. La MS, la Mara Salvatrucha, surgió en EE.UU (Los Ángeles) y con la gente que deportaron vinieron a crear sus clicas, así les llaman ellos y son una especie de comandos que han establecido en Guatemala, en Honduras y en El Salvador. Y la otra mara, el Barrio 18, es creada también en EE.UU. Estas maras son las que cobran la extorsión, pero operan con la complicidad de la policía. María Luisa Borjas, que fue encargada de asuntos internos de la policía, ha denunciado que un solo oficial de la policía recibía alrededor de un millón de lempiras, que son unos 50.000 dólares mensuales, de la extorsión. Es terrible, porque el dueño de un pequeño negocios, tiene que meter en su presupuesto el pago de la extorsión. Y a veces pasa que te cobran las dos pandillas y han surgido otros grupos que también te llegan a amenazar. ¿Y si no pagás qué? Pues te matan”
Muchas familias optan por la migración y EE.UU., tal como lo describe el ex diputado, es la mejor opción porque muchas tienen allí un amigo o un tío o un hermano que puede facilitarle las cosas en los primeros momentos. Con la ilusión o esperanza de poder ingresar comenzaron el largo viaje de este año, del que Fuentes fue acompañante en algunos tramos. “Viví esta experiencia durante casi un mes. Desde la ciudad de México hasta el muro que separa a EE.UU con la república mexicana, en Tijuana. Fueron 3.000 km de recorrido, arrancó el 25 de marzo y terminó en mayo. La caravana llegó a tener en su momento más de 2.000 personas, con los que se iban sumando en el camino, porque no es un grupo definido previamente. Empieza en la frontera de Guatemala con México y de ahí fueron caminando en algunos tramos, en vehículos, en jalón, decimos acá, te hacen el favor de llevarte. Y desde DF, hasta hermosillo, en el Estado de Sonora en el norte de México, estuvimos por lo menos unas 40 horas en tren. Son trenes de carga, que no tienen condiciones para poder viajar personas, pero que la gente los usa habitualmente en su ruta hacia los EE.UU como indocumentados. (Tren conocido como La Bestia). En este caso viajábamos unas 700 personas, de las cuales cerca de 200 eran menores de edad y te estoy hablando de niños de cinco meses y hasta de tres meses. Familias completas que viajábamos encima de la carga en ocasiones y en otras, en las plataformas a pocas pulgadas de las ruedas del ferrocarril, con riesgos tremendos, soportando frío intenso por las noches, sol abrazador en el día, sin comer porque hubo trayectos de hasta 16 horas. Pero con todas las dificultades que nosotros pasábamos en este trayecto hasta los EE.UU se puede decir que íbamos bien, según decía la gente que ya había tenido la experiencia de haber viajado antes, porque no teníamos la amenaza de los delincuentes que nos asaltaran en el camino. Es decir, estaba la amenaza pero como pasábamos de 400 personas que estábamos ahí, no se atrevían a atacarnos y tampoco estaba la amenaza de que llegara migración y nos detuvieran (…) porque el gobierno mexicano dio unos permisos para permanecer 30 días”
Los migrantes entraron, no sólo por Tijuana y fueron retenidos. Algunos estaban en condiciones de pedir asilo, otros ya no por haber sido rechazados en otras oportunidades, por lo que buscan otras formas de ingreso. Estadísticas del Departamento de Justicia citadas por la agencia española EFE revelan que en el año fiscal 2016 se recibieron 65.218 peticiones de asilo, de las que se concedieron 8.726.