Entrevista a Romina Lerusi: “El Estado y lo público hacen que nuestras vidas sean mejores”
Escrito por La Colectiva Radio el 17 de marzo de 2025
El martes 11 de marzo, en el marco del Día Internacional de las mujeres trabajadoras, la Red Acercándonos, integrada por el Cesac 34, la Biblioteca Popular, social y comunitaria bylpli y La Colectiva Radio, realizaron una jornada abierta para reflexionar sobre el trabajo y el género: «Poner el cuerpo, ¿cuántos trabajos hacemos?».
El escenario fue el espacio público con participación activa de les vecines de la Ciudad de Buenos Aires. El encuentro se realizó en San Martín 2809 en el barrio porteño de La Paternal. Entre las diversas actividades se llevo adelante una radio abierta con la presencia de diferentes voces, entre quienes estivo Romina Lerusi.
Romina Lerusi es Doctora en Ciencias Sociales, UBA. Magíster en Género y Desarrollo. Licenciada en Comunicación Social con orientación en investigación y planeamiento. Investigadora de CONICET. Miembro de equipos de investigación interdisciplinar nacionales e internacionales dentro de perspectivas críticas del derecho y militante feminista.
–Queremos partir de una pregunta como puntapié inicial para arrancar a pensar: ¿quiénes hacen el conjunto de trabajos imprescindibles y gratuitos para que se sostenga este sistema? ¿Quiénes hacemos esas tareas?
-La mejor manera de responder esa pregunta a veces es con datos estadísticos, aunque siempre el relato de las que están haciendo el trabajo diario incluso supere a las estadísticas, porque sabemos que las estadísticas no recogen todo lo que pasa en nuestras vidas, sobre todo hablando de trabajo, de trabajo remunerado y en este caso de trabajo no remunerado. Hay un estudio que llevó adelante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2019 y una de las conclusiones a las que arriba es que el volumen de trabajo doméstico no remunerado o de cuidados (en sentido amplio porque incluye el trabajo de mantenimiento de la vida diaria y el de cuidado de personas) es aproximadamente 3,2 veces más horas llevado adelante por las mujeres respecto de los varones que lo realizan aproximadamente 1,2. Si hacemos cálculos totales, en promedio en el curso de un año el trabajo de cuidados, de mantenimiento de la vida diaria no remunerado que realizan sobre todo las mujeres suma 201 días laborables. Es decir, en una jornada de 8 horas, 201 días laborables no remuneradas se suman a la jornada de trabajo remunerada en caso de haberla. Para hacer una comparación: el volumen de días laborables de trabajo de cuidados no remunerados que realizan los varones a nivel internacional es de 63 días en una jornada de 8 horas.
-Vos también arrimás acá el concepto de lo interseccional en relación a las mujeres. Con respecto al trabajo no remunerado. ¿cómo abordarías ese tema?
-La categoría interseccionalidad nace de una feminista jurista negra llamada Kimberlé Crenshaw quien la diseñó a partir de una tradición de activismo feminista negro en el contexto estadounidense tomando en cuenta la relación entre sexo, raza y género, específicamente a la hora de pensar cómo se dan las discriminaciones en el mundo del trabajo. Lo que Kimberlé Crenshaw a fines de los 80 nos viene a decir con la interseccionalidad, es que la desigualdad y la discriminación en el mundo del trabajo deben ser abordadas no soló en razón de la condición de sexo-género, es decir, una mujer identificada como heterosexual, sinó y sobre todo en contextos tan diversos como los que vivimos, a partir de otras claves de indagación, como el estatus migratorio. Hay muchas mujeres trabajadoras en nuestros contextos que provienen de otros entornos: mujeres indígenas, mujeres negras o mujeres racializadas en razón de diferentes marcos de negritud, que no necesariamente significa la raza en sentido fuerte. Cuando pensamos sobre todo en trabajo de cuidados remunerado, la interseccionalidad nos viene a complejizar un poco más el panorama y resulta que una mujer trabajadora, migrante, mapuche, probablemente esté con una situación laboral, técnicamente hablando, desventajosa respecto de una mujer blanca empobrecida de la provincia de Buenos Aires. Hay variables que agudizan la situación de quienes ya están en una situación de desigualdad, discriminación y vulnerabilidad.
-En relación al trabajo remunerado que hace que se sostenga este sistema, ¿hay trabajos que valen menos que otros?
-Si una pone el énfasis en el valor salario, la respuesta es obvia. Efectivamente hay trabajos por hora y por mes que valen menos que otros y lo vemos en los salarios. En términos de garantías de derechos también hay trabajos que parecerían valer menos que otros dentro del mundo de las garantías laborales. Desde el punto de vista del valor social, pareciera que hay trabajos que son menos valiosos que otros, por ejemplo, parece que vale menos el trabajo de quienes limpian las calles de nuestros pueblos y ciudades que el trabajo de una persona administrativa en una empresa multinacional. Entonces, cuando una se pregunta por el valor del trabajo, debe especificar una serie de cosas que hacen que efectivamente haya trabajos que valen más y que valen menos desde el punto de vista económico. Ahora bien, la pregunta que hay que hacerse es desde el punto de vista de lo que queremos como sociedad, si valoramos la sustentabilidad de la vida, los cuidados comunitarios. Ahí la respuesta se invierte. Los trabajos que valen en realidad, y eso no se corresponde con lo económico ni con lo salarial, son los que nos permiten vivir, crecer, desarrollarnos alimentarnos, que nuestros ancianos y ancianas estén bien cuidados, etc. Entonces la pregunta por el valor depende de lo que la sociedad valora y el dinero no es sinó una expresión de valor. Valor dinero que refiere a valor simbólico.
-La vida misma se sostiene con los trabajos que hacen las mujeres, que por lo que dijiste son un poco más de la mitad de los días del año, ¿no? Digamos, es un montonazo…
-Sí, multiplicado por dos. 201 días de trabajo no remunerado de cuidados más la jornada laboral, y esto lo saben mucho la gran parte de las mujeres que llegan a la noche y tienen que preparar la cena. Hay un libro que es muy clarificador para explicar esto, que habla sobre sobre un filósofo del siglo XVIII y se titula “¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?”. Adam Smith fue el fundador de la economía en el sentido “clásico” del término tal como la conocemos mayormente ahora y entendía que los seres humanos nos desarrollamos de manera racional y completamente guiados por intereses egoístas e individuales. Suponía que si todas las personas tonificábamos esta idea del desarrollo individual, egoísta y racional, las sociedades crecerían. Pero lo cierto, y esto lo saben la mayoría de mujeres que cocinan la cena todas las noches y de ahí la pregunta “¿quién le hacía la cena a Adam Smith?”, es que las sociedades se desarrollan a partir de cientos de miles de tareas relacionales que hacen que efectivamente las economías crezcan. Por lo tanto los seres humanos somos sobre todo relacionales, sobre todo necesitados de cuidados e interdependencia y no necesariamente racionales y ni mucho menos necesariamente guiados por principios egoístas. Y para mí aquí apunta la idea de la sostenibilidad de la vida. ¿Quién le hacía la cena al economista que fundó la economía clásica? Se la hacía su madre, que por cierto lo acompañó hasta el último día de su vida. Es importante hacernos esta pregunta cuando hablamos de la sostenibilidad de la vida: ¿quiénes preparan las cenas todas las noches, quiénes cuidan los territorios, quiénes limpian los cuerpos y las cuerpas de las personas ancianas, quiénes asean las casas de manera remunerada y no remunerada? Creo que la respuesta cae de obvia. No son sinó cientos de miles de millones sobre todo de mujeres.
-Vos hacés una una especie de de crítica como a los fundamentos del derecho. ¿A qué te referís con eso?
-Básicamente quiero decir que esto que conocemos como Estado de Derecho y que cientos de personas defendemos es una formación histórica. No es que desde la existencia humana ha existido el Estado de Derecho, sinó que tiene no más de 200 y poco de años. Hay quienes entienden que el Estado de Derecho propiamente hablando surge a fines del siglo XVIII con la Revolución Francesa en 1789. Cuando se crea la institución del Estado de Derecho, lo que se entendía por ciudadano, es decir, esa persona capaz de participar en la vida común, de ser parte de las decisiones, se entendía de manera estricta como un varón burgués propietario con ciertas capacidades. Entonces la idea que se tenía de ciudadano o ciudadana estaba muy relacionada con un cierto grupo de seres humanos. Con la organización colectiva que surge inmediatamente y contemporánea a la revolución francesa, de la mano de una de nuestras referentas feministas que se llamó Olympe de Gouges, se demostró que cuando nace el Estado de Derecho la ciudadanía nace chiquita, restringida, pensada para pocos. Y Olympe de Gouges inaugura la primera pregunta propiamente feminista que es “¿y nosotras, y las mujeres no somos también ciudadanas?”. Y provoca una especie de ensanchamiento en lo que se entiende como el Estado deDderecho. A continuación en el siglo XIX, la organización colectiva de la mano de de los movimientos sociales vinculados con el marxismo, con el anarquismo, con el socialismo, los movimientos abolicionistas van a hacer lo mismo. Van a disputarle al Estado de Derecho ese carácter chiquito de ciudadano y van a ir ensanchando y ensanchando lo que entendemos por derecho y ciudadanía. Entonces, cuando una hace una crítica al estado de derecho, a lo que está apuntando es precisamente a volverlo cada vez más ancho, más inclusivo y en donde todos los seres humanos podamos entendernos como parte de una comunidad, en este caso, jurídica en sentido amplio. Volver más anchas nuestras comprensiones de ciudadanía con todo lo que eso significa.
-¿El cupo laboral trans sería un ejemplo de esto último?
-La figura de los cupos laborales -en este caso trans, en su momento fue de personas negras, en su momento fue de mujeres, etc.- son acciones positivas que uno puede hacer con y en el derecho que tienden a reparar mecanismos de exclusión históricos. Las personas trans, hasta la Ley de Identidad de Género no eran ciudadanas del todo dentro del sistema jurídico argentino y estoy hablando del siglo XXI, como no lo fueron las mujeres en el XIX, como tampoco lo fueron las personas negras también. Es decir, las leyes de cupo lo que vienen a hacer es por una parte introducir mecanismos en la organización del Estado como una forma de reparación histórica a seres humanos que fueron excluidos históricamente. Entonces, efectivamente va apuntado a seres humanos identificados como personas trans, pero porque han sido quienes hasta el año 2012-2013 fueron excluidas en sus condiciones ciudadanas plenas.
-Cuando hablás de “trabajo sucio” ¿a que te referís?
-La categoría “trabajo sucio” no me pertenece, viene de los estudios de la sociología del trabajo. Sobre todo el término ´trabajo sucio´ aplicado a los trabajos que realizan las mujeres en sentido amplio se ha utilizado para pensar la distinción entre los trabajos de mantenimiento de la vida diaria y los trabajos de cuidados, es decir, trabajos que la sociedad considera en algunos casos “desagradables” pero que son necesarios para la vida común. Por ejemplo, el trabajo de limpieza en casas particulares. Muy pocas personas disfrutan de limpiar los sanitarios de casas ajenas, sin embargo todas las personas en general disfrutamos contar con un sanitario que esté limpio. Lo que a veces se indica con “trabajos sucios” es que se presuponen que son trabajos desagradables, pero que sin embargo ninguna persona estaría dispuesta a no contar con esos trabajos para poder vivir mejor. El ejemplo paradigmático es el de la limpieza de los sanitarios públicos, los de las casas particulares, etc.
Quiero hacer una diferencia entre estos trabajos que mucha gente considera desagradables, pero que necesitamos, y aquellos otros trabajos que ensucian, que son los que contaminan y destruyen las condiciones de posibilidad de la vida. Me refiero a la producción de plástico, a toda forma de extractivismo del planeta Tierra, de la naturaleza, a toda industria de producción, compra y venta de basura, de basurales, de todo lo que eso significa y de todas las industrias de ´lo limpio´ que contaminan. Es decir, las industrias de los desodorantes, los perfumes, las lavandinas… Toda esa enorme industria que nos ensucia desde el punto de vista de nuestros recursos, de nuestra tierra, de lo que nos permite vivir. Y entonces valoramos más la industria de lo que nos ensucia que al “trabajo sucio”, y eso se ve muchas veces reflejado en los salarios y condiciones de trabajo de quienes se insertan en los sectores correspondientes.
-En este momento donde nos están sacando todas estas leyes, estas acciones positivas que a lo largo de los años hemos conseguido en la calle y en la lucha con compañeras y compañeros ¿Que nos queda? Para nosotros la construcción colectiva y la comunicación comunitaria, pero… ¿qué hacer?
-Es una pregunta difícil, por supuesto. Creo que vos has dado la respuesta: siempre la salida es colectiva, pero también creo que en las salidas colectivas y en el ejercicio de una comunicación clara y responsable el trabajo con los conceptos es muy importante. Entender lo que significa en la vida de cada persona el Estado de Derecho, lo que significa ser ciudadana de un lugar definido comunitariamente como Estado, algo que ha costado tanto construir, no más de 200 y poco de años, es muy importante. El trabajo con los conceptos que hacen sentido a nuestra vida es uno de los trabajos por los cuales apostar, porque hay mucha confusión en el uso de algunas palabras, en el desprestigio de lo que significa la ciudadanía, el derecho a la salud, a la educación, el contar con instituciones que nos acojan, el mejorar las instituciones para que nos acojan mejor. Es muy importante entender que el Estado y el sentido de lo público hace que las vidas de cada una de las personas que vivimos en la República Argentina sean mejores. Ese me parece que es un trabajo de conversación cotidiano, en lo colectivo, en lo comunicacional, en lo académico, en la olla popular, en la radio. Volver a hacer sentido sobre el sentido del Estado y lo público para que todas nuestras vidas, la de los que mucho tienen y poco tienen, sean mejores. El Estado y lo público hace que la vida común sea mejor. Las instituciones hacen que nuestras vidas, instituciones mejorables, sean mejores.
-Sí, lástima que los representantes que hoy tenemos no piensan lo mismo….
-Estoy de acuerdo con esto de los representantes. Hay mucha confusión y muy poca pericia, porque llevan adelante al Estado como si le encargáramos a una costurera arreglar un motor de avión. Me parece que hay una cuestión de pericia, pero también creo que como comunidad hay unos grados de confusión sobre el sentido de todo esto que hemos ido construyendo a lo largo del tiempo que vale la alegría volver a construir, resignificar y mejorar, porque creo que las instituciones son mejorables porque son humanas y siempre queremos más porque el deseo es infinito, pero entender que el Estado, lo público y las instituciones mejorables hacen que nuestras vidas sean mejores. Y me parece que socialmente, comunitariamente, tenemos que volver a esas conversaciones que nos hacen sentido. Eso va a reflejarse luego en los procesos de organización electoral y una confía también en eso, en la organización colectiva y comunitaria y en los procesos democráticos de toma de decisiones de la sociedad.
Entrevista Completa a Romina Lerusi
Pingback: