A mano armada
Escrito por La Maquina de Humo el 19 de diciembre de 2017
Hoy por la mañana, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó el proyecto de Ley para la Reforma Previsional. Desde ayer al mediodía, cientos de miles de manifestantes se acercaron al Congreso para expresar su rechazo. A pesar de que la respuesta del gobierno fue la misma de siempre: gas pimienta, balas de goma y detenciones arbitrarias, y que la represión obligaba a replegarse constantemente, las personas que allí estaban no se cansaron de volver a la plaza, una y otra vez.
El gobierno de Cambiemos junto a sus socios ocasionales perpetró ayer el despojo anunciado a jubiladas y jubilados, beneficiarixs de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y a la clase trabajadora en su conjunto. Si bien la ley obtuvo la media sanción que le faltaba pasadas las 7 de la mañana de hoy, la fecha es sólo para los registros formales porque ese acto corresponde a una jornada que comenzó ayer muy temprano. O por lo menos más temprano que lo previsto.
Alrededor de las 13:00 las vallas sobre la Avda. Belgrano tenían por lo menos dos cuadras de manifestantes agolpados y frente al Congreso, decenas de miles de personas ocupaban el espacio en forma compacta hasta la Plaza Lorea. También muy temprano comenzó la represión. A las 13:30 la Policía de la Ciudad inauguró la sesión de gases con quienes se encontraban ocupando los primeros lugares frente al Congreso. A partir de ahí los medios masivos instalaron la idea de estar frente a una batalla campal mientras grupos no pertenecientes a las organizaciones presentes se encargaban de completar la escena, funcionales a la desmovilización.
Sobre la Avda. Callao a la altura de Bartolomé Mitre, nuevamente se dieron cita muchos y muchas autoconvocadas. No obstante, la improvisada organización sirvió para derribar el vallado casi por completo. Llamativamente la policía puso delante de la infantería un cordón de uniformados de calle, sin cascos ni atavíos medievales. La escasa o nula vocación de violencia de los manifestantes quedó demostrada al no aceptar la provocación de avanzar sobre el vallado derribado. Mientras tanto, dentro del recinto se sucedían las presentaciones formales y dos cuartos intermedios. Al finalizar el último y rechazar toda posibilidad de que se levantara la sesión comenzó la discusión del proyecto.
Fue el momento en que hizo su aparición en escena el dueto Federal de tirador y motociclista. La moto como caballo en manifestación atropellando a los más lentos en reaccionar, gas pimienta directo a la cara y a cortísima distancia y, por último, rodilla al piso, medir al que corría y disparar por la espalda. La irrupción se completó con detenciones azarosas y a pegar la vuelta. Ni bien las motos se fueron, también volvieron cientos de manifestantes que se habían replegado.
La cacería humana superó registros anteriores, llegó a alrededor de 80 personas detenidas con las mismas prácticas arbitrarias de otras manifestaciones, sin importar la fuerza represiva que las haya practicado. La policía gaseó interiores de comercios donde se habían refugiado manifestantes, disparó a quemarropa y sostuvo hasta caída la tarde el operativo a la altura de la Avda. 9 de Julio.
La noche trasladó la manifestación a los barrios de la ciudad. Decenas de miles de personas ocuparon esquinas emblemáticas, puntos de encuentro establecidos por el uso de la protesta como herramienta sistemática. Y al igual que en otras oportunidades, lo que comenzó en los barrios también llegó al Congreso y no sólo simbólicamente. El twitazo, la manifestación virtual quedó de lado y miles caminaron juntándose, reencontrándose, sabiendo que no se podría torcer la voluntad de saqueo, pero que igual había que decir no.